En este nuevo siglo resulta imprescindible hablar de la integración de las nuevas tecnologías en las escuelas y en el sistema educativo, debido a que: “La escuela deja de ser el canal privilegiado, mediante el cual se entra en contacto con la información”.
Es preciso tener en cuenta, al menos dos cuestiones: la primera, es que la revolución digital ha dado lugar a nuevas prácticas comunicativas y al desarrollo de nuevos lenguajes (Gilster, 1997), que producen cambios decisivos en la cultura y en la dinámica de las sociedades y en el pensamiento de los individuos (Cassany, 2002). La segunda es que Internet no es sólo una herramienta de comunicación o de transmisión o búsqueda de información, sino que constituye un nuevo y complejo espacio global, integración y acción social (Castells, 2001).
Hasta hace pocos años, las tecnologías de la información y la comunicación, eran vistas como intrusas, en el mundo escolar. Sin embargo, la difusión social de PCS y de Internet en los hogares y en otros ámbitos de vida, han contribuido a incrementar su presencia. Por otro lado, algunos educadores han asumido el desafío de incorporarlas en la cotidianeidad escolar y en las tareas de enseñanza, como por ejemplo, la docente Marcela Díaz, de quinto año de la EGB Nº 518.
Entonces, ¿Cuál es el rol que pueden cumplir las nuevas tecnologías en el proyecto de una educación continua? ¿Qué pueden hacer los educadores en su tarea cotidiana para incorporar las nuevas tecnologías?.
En conclusión, es preciso que las escuelas brinden oportunidades sistemàticas de formación vinculadas con capacidades que no estàn previstas en los procesos educativos tradicionales y que se han agrupado bajo el multiforme paraguas de la alfabetizaciòn digital.
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